A lo largo del Río Grande de Loíza, en el Barrio Ausubal, crecen árboles de María. Aislado de los demás árboles se ve el "Árbol de Cofresí”. Sólo los más valientes van hasta allí, aquellos que desean averiguar si es verdad lo que se dice de aquel árbol.
Cuando el agua está clara se distingue en el fondo, un bulto negro y cuadrado atado a una gruesa y mohosa cadena cuyo otro extremo se une a una de las enormes raíces que va a dar al río.Sobre el bulto verá nadar un enorme pez que al percatarse que alguien lo espía, alborotará con su aleteo el fondo del río, desapareciendo así el bulto de la vista.
-"Es la caja de Cofresí", le dirá con voz misteriosa el guía que le acompañe hasta ese lugar. "El peje que alborotó el agua es el hombre que el pirata degolló y tiró al agua para que le cuidara su tesoro. Quizás sea el alma en pena de la pobre Yadira. ¡Vayámonos! antes de que aparezca el monstruo".
Tiempo atrás, Yadira y Manuel, su amado, se encontraban en aquel paraje solitario y se sentaban bajo el árbol cerca del tesoro.
-"¿Lo ves?", la joven preguntó a su amado. "Dicen que hay un brazalete de brillantes muy bonito. El mismo Cofresí lo arrancó del brazo de una Infanta a quien hizo prisionera. ¡Cómo me gustaría tenerlo!".
Aquella tarde, el agua estaba más clara que nunca. La caja de Cofresí se mostraba casi entera. Yadira no podía despegar su mirada de ella. De pronto, comenzó a gritar:
-"¡La caja se abrió! El pirata nos regala su tesoro. ¡El brazalete, Manuel, el brazalete!"
Manuel la miró sobresaltado y gritó:
-"¡No, Yadira, es una alucinación! La caja está cerrada."
Yadira, enloquecida por la ambición se lanzó al agua tras el tesoro. Manuel aterrorizado vio como Yadira se hundía en las aguas y vio como una sombra negra se abalanzaba sobre ella, mientras una aleta se alejaba río abajo.